miércoles, 28 de abril de 2010

Wwoof en Kerikeri, Northland (22 al 28 de abril)

Antes de dirigirnos a nuestro nuevo Wwoof, decidimos hacer noche en Whangarei. Dormimos en un pequeño Backpacker lejos de la ciudad, muy cercanos a las Abbey Caves, a las que fuimos al día siguiente. Una alemana que conocimos la noche anterior en el backpacker, nos acompañó en el camino. Las Abbey Caves son una agrupación de cuevas subterráneas donde puedes ver Glow Worms incluso de día. Nos las imabámos como las Waitomo caves. Pero son mucho más pequeñas y con menos cantidad de Glow Worms, Las Glow Worms, para el que no lo sepa, son las larvas de un gusano que luce en la oscuridad para atraer a sus presas. Pero vistas desde la lejanía son pequeños puntitos de luz en la oscuridad. Cuando las ves, recuerdan mucho a un cielo estrellado. A medida que avanzamos por las cuevas el agua empezaba a cubrir más. Menos mal que el backpacker nos habían prestado unas sandalias de agua!! Pero llegó un momento en el que o bien terminábamos totalmente empapados, o teníamos que deshacer el camino. Y eso último es lo que tuvimos que hacer. Sin saberlo nos habíamos metido en una cueva muy parecida a cuando hicimos Cave Stream en navidades, sólo que esta vez no veníamos preparados con trajes de neopreno.
Tras despedirnos de nuestra compañera de gruta, pusimos rumbo a nuestro nuevo Wwoof.
Este lugar nos lo recomendó Chiqui, así que íbamos animados y con buenas expectativas. Supongo que en nuestro estado de animo influía la buena experiencia anterior. Nos volvimos a equivocar y las experiencia nos decepcionó bastante.
Llegamos a la casa en cuestión que estaba en mitad del campo, en una carretera que comunicaba la Highway 2 con el pueblo de Kerikeri. Esta era una familia que vivía y trabajaba en el mismo lugar, el cual tenía, además de la casa, un taller en el que se dedicaban a la carpintería. La casa en sí era un poco extraña, eran cabañitas separadas unas de otras. En una estaba el salón y cocina en un mismo espacio, en otra el despacho donde ella trabajaba y otras varias para habitaciónes y baños. El WC se encontraba en una esquina, y estába y estaba técnicamente al aire libre cerrado entre cuatro maderas. Ahora que empieza a hacer frío no apetece mucho ir ahí a pasarse un rato. Nuestro cuarto estaba lleno de arañas y la primera noche matamos como 20. Además también era muy frío, ya que en la parte superior de la choza había un agujero y el cuarto estaba comunicado por el exterior. Más tarde nos contaron que el marido había construido todo poco a poco según iba teniendo dinero.
El sitio era raro pero no nos importaba mientras ellos fuesen agradables, que lo parecían. nuestro trabajo consistía en limpiar el techo del salón-cocina. En la temporada de verano la casa se llenaba (literalmente) de moscas, que dejaban “recuerdos” de su estancia pegados en el techo. El verano ya ha llegado a su fin y aún esta lleno de moscas, no nos podemos imaginar lo que tuvo que ser el verano.
Subidos a una escalera, y balleta en mano, empezamos con nuestra faena. Todas las mañanas nos venía a visitar un Fantail (típico pájaro neocelandés con una cola preciosa) en el mismo sitio y a la misma hora. La cosa marchaba bien hasta que el segundo día el marido nos invitó a salir a pescar con él y con Tihani, la hija de ambos. A lo cual aceptamos encantados. No siempre tienes la oportunidad de navegar por las aguas de Bay of Islands gratis.
Al poco de empezar a pescar nos dimos cuenta que eran un tanto diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver en NZ. Todo lo que pescaban lo mataban, nada se devolvía al mar, salvo que fuera un pezqueñin, claro. Pero lo que habíamos visto hasta ahora es que si no lo vas a comer o utilizar para pescar, el pez se devuelve al agua, en este caso no fue así. Creo que por ese motivo, inconscientemente, a Julieta, todo lo que pescaba ese día se le caía accidentalmente al mar.
Se nos hizo de noche en las azules aguas de Nueva Zelanda. Cuando llegamos a la casa, la cena estaba preparada, y por lo que pudimos ver a continuación, nuestra Host, no de muy buen humor. Mientras terminábamos de cenar y charlábamos con nuestro Host, ella se puso a fregar los platos de un modo bastante “agresivo”, cada vez la situación se hacía más y más incómoda, sin entender qué es lo que pasaba, el silencio se hizo con la mesa. Y eso desató a la fiera. Nuestra Host se puso a gritarnos que ella no tenía por qué estar fregando los platos. Que ella había cocinado y que fregaban todos menos ella. Sin entender exactamente qué le pasaba, ya que cuando hicimos amago de recoger la mesa nos dijo que esperásemos a terminar el postre, le explicábamos que si quería que fregásemos los platos, sólo tenía que decirlo. Para nuestro asombro, nos dijo que nos lo había pedido. Así que dándonos cuenta que la señora no tenía la cabeza muy bien amueblada, terminamos de fregar los platos y nos fuimos a la habittación, desde donde oíamos los gritos de la pelea que estába teniendo lugar entre el matrimonio, con el firme convencimiento de irnos de ahí a la mañana siguiente. No sabemos lo que les pasa a la gente de Northland, pero en los dos Wwoof que hemos hecho en la zona, hemos coincidido con gente que ha perdido más de un tornillo. Casualidad?? Eso espero…
A la mañana siguiente nos encontramos con una mujer distinta, que nos pedió mil perdones por su comportamiento de la noche anterior. A pesar de eso, no sentíamos aún muy incómodos, así que intentamos adelantar nuestra marcha con mil excusas, pero ella siempre nos pedía que nos quedásemos una noche más. Finalmente tras casi una semana en la casa, conseguimos poner rumbo a Auckland para encontrarnos con Laurita..

miércoles, 21 de abril de 2010

Wwoof en Albany, Auckland (14 al 21 de abril)

Tras nuestra mala experiencia en Northland, ya estamos un poco cansados de Wwoofear, ese sentimiento de cómo serán, el siempre hablar de lo mismo tópicos. Estábamos un poco escépticos ante los nuevos host, los habíamos conocido en el Heaphy Track, pero no los encontrabamos en la página web y por teléfono y los correos parecían un poco secos.
Cuando llegamos nos encontramos un panorama muy distinto al imaginado. La casa estaba muy bien, y ellos eran una pareja muy tranquila y agradable. Era una pareja en sus cuarenta y sin hijos. Él era policía y trabajaba identificando cadáveres en crímenes y desapariciones. Quien además de haber recorrido todo el mundo viajando durante más de cuatro años, y dedicándose a las cosas mas variopintas (y macabras), tenía unos hobbies muy chulos. Estaba tuneando una moto de agua para batir el record del mundo recorriendo desde Londres hasta Auckland con cuatro amigos más. Además tenía un Ford A, sí A, el primer modelo de la casa de coches. Lo tenía en perfecto estado, y el domingo nos fuimos a tomar café al pueblo todos montados en el.
El trabajo era duro, he de decir que el más duro de los wwoof en los que hemos estado, pero hemos llegado a la conclusión de que eso no nos molesta si luego estamos en un buen ambiente. Básicamente lo que hicimos fue podar uno arbustos llamados Gorse, que lo trajeron de Escocia en los Early Days y querían utilizarlos, al igual que en su lugar de procedencia, para separar las parcelas. Lo que pasa es que aquí crece en todas partes y se come el bosque nativo, y en nuestro caso queríamos que sucediese lo contrario. La planta en sí era letal, llena de pinchos por todas partes, y además se mezcla con zarzas y hace la labor de su poda una tortura. Aunque llevábamos monos acabamos magullados y con heridas por todas partes. Otro de los trabajos fue limpiar la ladera de un río de escombros y preparar una base de tierra y piedras para un futuro camino. Al final del día acabábamos molidos, además de con agujetas y heridas.
La pareja de host vivía compartiendo la casa con una señora soltera que dormía en la habitación de al lado nuestro. Era una inglesa de lo más rara, pero resultó muy simpática también. La granja en cuestión era de 50 acres y tenía a parte de la casa, un buen huerto, el bosque nativo, una bosque de pinos (del que cortamos y almacenamos leña para el invierno), un estanque, un rodeo, un campo de entrenamiento y mucho espacio para los caballos, ya que era el hobbie de ella. En resumen, que la pareja no vivía naaaada mal.
Las tardes las dedicamos a ir al cine, a la biblio, y esas cosas que podemos hacer estando cerca a la ciudad de Auckland. Seguimos dándole vueltas a nuestro futuro, aún no tenemos contestación del visado de Canadá y se ha abierto el plazo para solicitar el Working Holiday visa aquí, así que nosotros por sí acaso lo hemos solicitado.

lunes, 12 de abril de 2010

Northland (10 al 12 de abril)

Nos disponíamos a salir de Auckland sin la ruta muy clara, así que hicimos una paradita primero en el "Info Site", aunque no nos aclaró mucho la cosa. Llevamos unos días de indecisión que nos están comiendo por dentro, nuestro futuro es incierto.
Laura y Tracy nos aconsejaron visitar el bosque de Kauris, que está situado en la costa oeste, así que ahí nos dirigimos. Después de un día de viaje tranquilo llegamos a Dargaville, donde pasamos la noche en un antiguo colegio rehabilitado como backpckrs. Al día siguiente paralelos a la costa del mar de Tasmania, y a unos 50 kilometros al norte llegamos al Kauri Forest, que es una extensión de unos 100 kilometros de bosque nativo, en los que predomina el Kauri, un árbol gigante que puede alcanzar más de 60 metros de altura. En el centro del visitante nos dimos cuenta del enorme daño que los europeos hicieron a este bosque en los early days. La madera del Kauri es de muy buena calidad y estos bosques fueron devastados por la industria maderera. En un gráfico se podía ver como hace 200 años este tipo de bosque ocupaba toda la mitad norte de la isla, y ahora la extensión en la que estábamos era la mas grande y quedaban otros muy pequeños bosques desperdigados por la región de Northland.
Dimos un paseo por el bosque y nos acercamos a los troncos de los árboles, que impresionan por su inmensidad. Vimos a las cuatro hermanas, que son cuatro kauris que han crecido juntos. También visitamos Te Matua Ngahere, padre de los bosques, con un tronco de más de 10 metros y Te Mahuta de más de 2000 años de edad. Realmente increíble. Aunque es una sensación agridulce pensar en lo que fueron estos bosques y lo que son hoy en día…
Tras nuestra excursión por los bosques de Kauri, nos dirigimos hacia la costa este. Decidimos dormir en un pequeño pueblo costero llamado Russell . Para llegar hasta allí la forma más rápida es coger un ferry que por un modesto precio te cruza la distancia que lo separa desde Paihia. Inicialmente pensamos en hacer un track por la zona, pero las fuerzas hay veces que nos fallan, y decidimos pasar un par de días tranquilos en esas preciosas costas. Hay muchos pequeños tracks que se pueden hacer por las costas y nosotros tuvimos la suerte de encontrarnos con Pukekos en el camino!!
Tras recobrar fuerzas, decidimos emprender el camino hacia el norte. Tras un rato de conducción, llegamos a Nine Mile Beach, una playa de más de 90 kilómetros que hace oficialmente de carretera. No queríamos perder la ocasión de conducir por una playa, así que, sin dudarlo, circulamos por los 90 kilómetros enteros!!
Cuando la playa llegaba a su fin, nos encontramos con unas inmensas dunas de arena blanca famosas porque la gente hace Sand Board en ellas.. En el backpacker nos habían prestado unos trineos para poder hacerlo, así que no lo dudamos. Es duro subir las dunas, pero el esfuerzo merece la pena ya que la bajada es muy divertida… Tras pasar parte de la tarde deslizándonos por la arena, continuamos el camino, queríamos llegar a Cape Reringa antes del anochecer, y cada ver atardece más temprano. Llegamos al punto más al norte de Nueva Zelanda, presidido por un faro desde donde puedes ver perfectamente como su fusionan el mar de Tasmania con el Pacifico. Rodeado por playas blancas. Disfrutamos del atardecer mientras mirábamos hacia el mar…

viernes, 9 de abril de 2010

Otra pasada por Auckland (7 al 9 de abril)

Tras nuestro mal trago en el WWOOF de Northland, nos dirigimos directamente a Auckland. Nos pusimos a buscar otro como locos, ya que llevábamos muchos días gastando alojamiento.
Nos hospedamos en el backpacker de siempre, en el que la dueña, que es india, ya se ha hecho amiga nuestra. Nada más llegar nos fuimos corriendo a hacer unas fotos de pasaporte, ya que las que habíamos enviado a Canadá no pasaron el filtro de inmigración. Después las enviamos por correo urgente esperando que en menos de una semana nos contestasen, ya que necesitábamos tomar la decisión de ir o no para saber si teníamos que vender nuestro coche. El siguiente día lo pasamos tranquilamente, por la mañana yendo a la biblioteca, y por la tarde, aprovechando que ya estábamos en la ciudad, fuimos al cine. Vimos una película llamada "Boy", es Neozelandesa y aquí está teniendo mucho éxito. Trata de la vida de un niño maorí y está muy bien. Quedamos también con una vieja amiga de una tía de Julieta, Philippa. Quien muy agradable nos invitó a cenar en un italiano y se ofreció a ayudarnos en todo lo que necesitemos. Con gente así, dá gusto viajar...
Nos salió otro Wwoof cerca de Auckland, con una pareja que conocimos en el Heaphy Track, pero no empezaba hasta cuatro días mas tarde. Así que decidimos irlos a pasar a Northland, ya que teníamos muchas ganas de conocerlo y la previsión meteorológica era muy buena. Rumbo hacia el norte...

martes, 6 de abril de 2010

UN WWOOF DEMASIADO “ORGÁNICO” ( 6 de abril de 2010)

Hasta ahora, todas nuestras experiencias como wwoofers habían sido muy buenas, pero no nos podemos ir de Nueva Zelanda sin tener una mala. Y la tuvimos!! Y menuda!!

Partimos desde Coromandel hacia Northland, ya que teniamos que empezar un Wwoof con una pareja que vivia por allí. Muchas ganas no teníamos ya que nos parecieron un tanto “raros” cuando contactamos con ellos via email. Pero era semana santa y no había Host dispuestos ha acoger woofers, asi que como ya llevabamos demasiados días de backpacker e iba haciendo mella en el bolsillo, decidimos arriesgarnos e ir a Northland.

De camino a nuestro destino, hicimos una parada en auckland para cambiar el aceite del coche, y algunas reparaciones menores para dejarlo presentable. Estamos pensando en venderlo y hay que ponerlo a punto.

Ya nos advirtió nuestra futura Host que el camino era dificil de encontrar en la oscuridad. Asi que intentamos darnos toda la prisa posible. Sin embargo, como los días son cada vez mas cortos, nos alcanzó la noche antes de llegar.

Siguiendo las indicaciones y preguntando en la gasolinera del pueblo más cercano, abandonamos la pequeña carretera y empezamos un camino de grava. A unos dos kilómetros, nos encontramos con el buzón que nos indicaba que empezaba la propiedad. Así que nos adentramos por un camino estrecho entre maleza y árboles que lo cubrían todo.

Al final del camino, nos encontramos con un cobertizo lleno de trastos y chatarra. Esto no es buena señal, pensamos... Del cobertizo salió un hombre vertido de camuflaje y con una linterna en la cabeza que no nos dejaba verle el rostro. Era nuestro nuevo host, quien nos indicó el camino de la casa, sin acompañarnos, por lo que cogimos otro camino entre lo árboles y la oscuridad más absoluta. Sin llegar a saber bien dónde estábamos, decidimos aparcar el coche y buscar la casa andando. A lo lejos entre la maleza, divisamos una tenue luz y decidimos seguirla creyendo que era la casa.

Manuel se asomó a la ventana de lo que parecía un cobertizo y dijo: Imposible, esto no puede ser una casa. Asi que seguimos dando vueltas entre la oscuridad intentando encontrarla. Pero en su lugar, llegamos otra vez al mismo punto de partida donde conocimos a nuestro host que esta vez decidió acompañarnos a la casa. Desafortunadamente, resultó ser el cobertizo que Manuel había descartado por estar demasiado “lleno de mierda” palabras textuales de Manuel.

Nos recibió una hippie con el pelo cardado de no haberselo cepillado en años y gafas redondas y enormes de John Lennon. Su ropa estaba mugrienta y rota, acorde con la casa, que daba terror mirarla. Estaba llena de verduras, legumbres y hortalizas directos desde el jardin, por lo que estaba todo mezclado con tierra. Una tenue y sucia bombilla alumbraba una casa destarlada, sucia y desordenada, donde habitaban nuestros nuevos host. Era como estar en la casa de Shrek.

Se ofreció a eseñarnos lo que iba a ser nuestro hogar, un cobertizo tipo Hut perdido en medio de los matorrales y huertos, con los cristales tan sucios y llenos de telas de araña, que apenas podías ver a través de ellos. Nos prestó unas sábanas para hacer la cama que tenían manchas de sangre. No queremos saber de qué o quien. Pero lo peor, sin duda, fue nuestro “cuarto de baño”. Una esquina fuera del cobertizo, hacía lo que se denomina como baño. Detrás de unas cortinas mugrientas estaba lo que ella llamaba ducha, con agua recogida de la lluvia y calentada por el sol. Gracias a dios, no tuvimos que probarla. Pero lo que más nos impresionó fue el Wc: un cubo de pintura asqueroso y usado, con una tapa de madera y un orificio en el medio ejercía de lo que conocemos como váter. Para colmo, nos dijo que cuando estuviera lleno lo tirásemos al huerto a modo de compost... Arggggg!!!!!

Nos dejó solos para que acomodasemos nuestras cosas, y nos dijo que nos esperaba en la casa con la cena. Estuvimos a punto de irnos corriendo en ese momento. Manuel estaba firmemente convencido de irnos echando ruedas de alli, pero finalmente nos dió miedo que nos pudiera criticar en la web donde conseguimos los wwoof y decidimos pasar alli una noche y a la mañana siguiente salir corriendo. No sin antes mandarle a Laurita un mensaje, quizás un poco alarmante, con las señas del lugar. El marido es cazador, por lo que tiene armas, y verdaderamente esa casa daba pero que mucho miedo...

Fuimos, muertos de asco, a la casa para la cena. Y casi fue peor. Mientras nos contaba sus experiencias como hosts con otros wwoofers que habian salido corriendo, tuvo la genialidad de decirnos: Conoceís a mi perro y a mis 2 gatos?? Dijimos, conocemos a tu perro. Nos dijo, también tengo dos gatos, y nos enseñó dos gatos muertos a los que habían arrancado la piel, que aún tenían la cabeza y que usaban como alfombra. Casi me muero!! Horrorizada de pensar lo que le habían hecho a los gatitos, no pude parar de pensar: Somos los siguientes. También descubrimos que no usaban jabón para limpiar los platos. Con agua y las manos es suficiente. Y si a eso le añades a que comían con las manos y te servían con ellas también. No pudimos pegar bocado. Con la excusa de estar llenos y muy cansados, nos fuimos a “nuestra mansión” a decidir qué hacíamos si quedarnos o irnos directamente. Estuvimos bastante tiempo dudando, pero finalmente decidimos no sacar las maletas del coche, sacar una muda limpia para mañana, los sacos de dormir, para no tener que dormir en esas sábanas y la mañana siguiente huir como quien ha visto al mismisimo diablo. Manuel no pudo pegar ojo. Y a la mañana siguiente a las 7 am ya estábamos con el coche preparado para nuestra marcha. Tras contarles nuestra excusa (que no era mentira) de que teníamos que ir a auckland a hacernos unas fotos para los nuevos visados, salimos escopetados de ahí.

Pasó un buen rato hasta que se nos quitara el asco del cuerpo. Por la noche daba miedo, pero con la luz del sol, la casa se veía aún más sucia y destartalada si cabe. Tras lavarnos concienzudamente las manos y la cara en una cafetería y un desayuno caliente, el día empezó poco a poco a cambiar de color. A medida que llegábamos a Auckland empezámos a ver el mal trago como si fuera un sueño, o mejor dicho, una pesadilla...

lunes, 5 de abril de 2010

Esperando un nuevo WWOOF paseando por Coromandel (del 3 al 5 de abril 2010)

Al día siguiente de subir al Tongariro nos dirigimos a Coromandel. Esta era la segunda vez que visitamos la peninsula que está situada unos 100 kilometros al sureste de Auckland. Esta vez esperábamos tener mejor tiempo, ya que la primera vez que fuimos con Carlos y Chiqui no paró de llover.
Empezamos nuestro recorrido circular por un pueblo situado en la base oeste llamado Thames, y aprovechamos para hacer unas compras ahí, ya que los pueblos que hay en la península son muy pequeños y tienen comercios más chiquititos y caros. Subimos por la costa oeste por una carretera llena de curvas que discurre entre el mar y los acantilados. La franja de mar que teníamos a la derecha no era muy ancha y se podía divisar el otro lado con facilidad. En lo alto de una colina se abrieron un poco las nubes y pudimos divisar el Skyline de Auckland a lo lejos.
Me dio nostalgia pensar que ya habíamos recorrido durante más de seis meses gran parte de las islas, y estábamos cerca de la gran ciudad que nos dio la acogida, lo que me reacordaba que nuestro increíble viaje pasaba volando. En menos de lo que nos imaginamos estaremos dejando este maravilloso país.
Esa misma tarde llegamos a el pequeño pueblo al que la peninsula le debe su nombre, Coromandel Town. Es un pequeño pueblo situado en una tranquila bahía llena de barcos fondeados. La ciudad estaba bastante llena debido a las vacaciones de semana santa.
Al día siguiente proseguimos camino al norte de la peninsula. La carretera, que seguía discurriendo junto al mar, paso de ser de asfalto a grava, y discurría entre preciosas dehesas llenas de los preciosos arboles Pohutuhawa (Los Rata tree) con sus troncos con formas extrañas. El cielo se abrió y dio lugar a un precioso día, en el que la gente pescaba en las playas, los niños jugaban y se bañaban y el sol se reflejaba en el mar salpicado de pequeños islotes. A la hora de comer llegamos a Port Jackson, la última bahía en la punta norte de la peninsula, donde nos comimos nuestros ya habituales macarrones con salsa Basil. Para seguir nuestra vuelta tuvimos que deshacer el camino hasta Coromandel town, y de ahí ir hacia el este, para llegar a el siguiente pueblo donde ibamos a pasar la noche, Whitianga. Hicimos el check in en el backpaker y nos fuimos a pasear por la playa, en la que se veía una competición de veleros a lo lejos, paseando llegamos al puerto que está en una pequeña ría, y muy cercano al centro del pueblo. Este pueblo parece ser muy turistico. Yo creo que la gente de Auckland viene aquí a pasar las vacaciones y los fines de semana.
El tercer día amaneció radiante de sol y nos fuimos a pasar la mañana a las playas de Cathedral Coves. El panorama cambia totalmente de verlo lloviendo a como lo vimos ahora, son unas playas de arena blanquísima entre acantilados, en frente de mogollon de islotes y la reserva marina, y rodeado de bosques humedos de especies endemicas de Nueva Zelanda, pasamos un rato genial leyendo y comiendo en la playa, lo uqe pasa es que estába bastante lleno de gente, cosa a la que ya no estamos pero que nada acostumbrados.
Por la tarde fuimos a dar un paseo por la Hot Water beach. Existen bolsas de agua filtrada del mar bajo la playa. Además hay una grieta de la corteza terrestre en este punto y debido a la cercanía del manto estas bolsas de agua se calientan y se enriquecen de minerales, así que emanan a la superficie. En marea baja puedes cabar un agujero en la arena y se llena de agua termal con propiedades medicinales. Así que la gente hace lo propio. Nosotros no lo intentamos porque no nos apetecía embarrarnos y nos quedaba camino a donde ibamos a dormir. La siguiente parada fue Whangamata el precioso pueblo junto al mar con una bahía preciosa que a mi me recuerda a la de la herradura en San Sebastian, pero en plena naturaleza. Ya habíamos hablado de ella en nuestra anterior visita a Coromandel. Así que otro paseo por la playa y al backpaker antes de que anocheciera. Este estaba genial, además no había mas huéspedes, por lo que pasamos una noche genial en la que estabamos como en casa, algo que nos hacía falta. El backpackers estaba situado un poco más al sur en Paeroa y en la base este de la peninsula. Así terminamos nuestra gran y más tranquila vuelta a una de los mejores zonas para visitar de la Isla Norte.