martes, 6 de abril de 2010

UN WWOOF DEMASIADO “ORGÁNICO” ( 6 de abril de 2010)

Hasta ahora, todas nuestras experiencias como wwoofers habían sido muy buenas, pero no nos podemos ir de Nueva Zelanda sin tener una mala. Y la tuvimos!! Y menuda!!

Partimos desde Coromandel hacia Northland, ya que teniamos que empezar un Wwoof con una pareja que vivia por allí. Muchas ganas no teníamos ya que nos parecieron un tanto “raros” cuando contactamos con ellos via email. Pero era semana santa y no había Host dispuestos ha acoger woofers, asi que como ya llevabamos demasiados días de backpacker e iba haciendo mella en el bolsillo, decidimos arriesgarnos e ir a Northland.

De camino a nuestro destino, hicimos una parada en auckland para cambiar el aceite del coche, y algunas reparaciones menores para dejarlo presentable. Estamos pensando en venderlo y hay que ponerlo a punto.

Ya nos advirtió nuestra futura Host que el camino era dificil de encontrar en la oscuridad. Asi que intentamos darnos toda la prisa posible. Sin embargo, como los días son cada vez mas cortos, nos alcanzó la noche antes de llegar.

Siguiendo las indicaciones y preguntando en la gasolinera del pueblo más cercano, abandonamos la pequeña carretera y empezamos un camino de grava. A unos dos kilómetros, nos encontramos con el buzón que nos indicaba que empezaba la propiedad. Así que nos adentramos por un camino estrecho entre maleza y árboles que lo cubrían todo.

Al final del camino, nos encontramos con un cobertizo lleno de trastos y chatarra. Esto no es buena señal, pensamos... Del cobertizo salió un hombre vertido de camuflaje y con una linterna en la cabeza que no nos dejaba verle el rostro. Era nuestro nuevo host, quien nos indicó el camino de la casa, sin acompañarnos, por lo que cogimos otro camino entre lo árboles y la oscuridad más absoluta. Sin llegar a saber bien dónde estábamos, decidimos aparcar el coche y buscar la casa andando. A lo lejos entre la maleza, divisamos una tenue luz y decidimos seguirla creyendo que era la casa.

Manuel se asomó a la ventana de lo que parecía un cobertizo y dijo: Imposible, esto no puede ser una casa. Asi que seguimos dando vueltas entre la oscuridad intentando encontrarla. Pero en su lugar, llegamos otra vez al mismo punto de partida donde conocimos a nuestro host que esta vez decidió acompañarnos a la casa. Desafortunadamente, resultó ser el cobertizo que Manuel había descartado por estar demasiado “lleno de mierda” palabras textuales de Manuel.

Nos recibió una hippie con el pelo cardado de no haberselo cepillado en años y gafas redondas y enormes de John Lennon. Su ropa estaba mugrienta y rota, acorde con la casa, que daba terror mirarla. Estaba llena de verduras, legumbres y hortalizas directos desde el jardin, por lo que estaba todo mezclado con tierra. Una tenue y sucia bombilla alumbraba una casa destarlada, sucia y desordenada, donde habitaban nuestros nuevos host. Era como estar en la casa de Shrek.

Se ofreció a eseñarnos lo que iba a ser nuestro hogar, un cobertizo tipo Hut perdido en medio de los matorrales y huertos, con los cristales tan sucios y llenos de telas de araña, que apenas podías ver a través de ellos. Nos prestó unas sábanas para hacer la cama que tenían manchas de sangre. No queremos saber de qué o quien. Pero lo peor, sin duda, fue nuestro “cuarto de baño”. Una esquina fuera del cobertizo, hacía lo que se denomina como baño. Detrás de unas cortinas mugrientas estaba lo que ella llamaba ducha, con agua recogida de la lluvia y calentada por el sol. Gracias a dios, no tuvimos que probarla. Pero lo que más nos impresionó fue el Wc: un cubo de pintura asqueroso y usado, con una tapa de madera y un orificio en el medio ejercía de lo que conocemos como váter. Para colmo, nos dijo que cuando estuviera lleno lo tirásemos al huerto a modo de compost... Arggggg!!!!!

Nos dejó solos para que acomodasemos nuestras cosas, y nos dijo que nos esperaba en la casa con la cena. Estuvimos a punto de irnos corriendo en ese momento. Manuel estaba firmemente convencido de irnos echando ruedas de alli, pero finalmente nos dió miedo que nos pudiera criticar en la web donde conseguimos los wwoof y decidimos pasar alli una noche y a la mañana siguiente salir corriendo. No sin antes mandarle a Laurita un mensaje, quizás un poco alarmante, con las señas del lugar. El marido es cazador, por lo que tiene armas, y verdaderamente esa casa daba pero que mucho miedo...

Fuimos, muertos de asco, a la casa para la cena. Y casi fue peor. Mientras nos contaba sus experiencias como hosts con otros wwoofers que habian salido corriendo, tuvo la genialidad de decirnos: Conoceís a mi perro y a mis 2 gatos?? Dijimos, conocemos a tu perro. Nos dijo, también tengo dos gatos, y nos enseñó dos gatos muertos a los que habían arrancado la piel, que aún tenían la cabeza y que usaban como alfombra. Casi me muero!! Horrorizada de pensar lo que le habían hecho a los gatitos, no pude parar de pensar: Somos los siguientes. También descubrimos que no usaban jabón para limpiar los platos. Con agua y las manos es suficiente. Y si a eso le añades a que comían con las manos y te servían con ellas también. No pudimos pegar bocado. Con la excusa de estar llenos y muy cansados, nos fuimos a “nuestra mansión” a decidir qué hacíamos si quedarnos o irnos directamente. Estuvimos bastante tiempo dudando, pero finalmente decidimos no sacar las maletas del coche, sacar una muda limpia para mañana, los sacos de dormir, para no tener que dormir en esas sábanas y la mañana siguiente huir como quien ha visto al mismisimo diablo. Manuel no pudo pegar ojo. Y a la mañana siguiente a las 7 am ya estábamos con el coche preparado para nuestra marcha. Tras contarles nuestra excusa (que no era mentira) de que teníamos que ir a auckland a hacernos unas fotos para los nuevos visados, salimos escopetados de ahí.

Pasó un buen rato hasta que se nos quitara el asco del cuerpo. Por la noche daba miedo, pero con la luz del sol, la casa se veía aún más sucia y destartalada si cabe. Tras lavarnos concienzudamente las manos y la cara en una cafetería y un desayuno caliente, el día empezó poco a poco a cambiar de color. A medida que llegábamos a Auckland empezámos a ver el mal trago como si fuera un sueño, o mejor dicho, una pesadilla...

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