El 31 nos quedamos vagueando por la mañana y haciendo los preparativos de la fiesta que nos esperaba. Por la tarde después de jugar a la pocha y al trivial nos fuimos a cenar a la hamburguesería del centro. Terminamos prontito y nos fuimos a las fiestas organizadas para año nuevo. Eramos unos pocos centenares en el parque del centro del pueblo, donde había un grupo tocando en un camión-escenario.
Teníamos todo preparado para celebrar la entrada del año como dios manda, con 12 uvas cada uno. Nos acercamos al lago 5 minutos antes de la cuenta atrás, donde se iban a lanzar los fuegos artificales. El problema fue que no nos pudimos comer las uvas con normalidad, porque no había reloj, nadie estaba acompasado y cada uno suponía que empezaba el año según su reloj de muñeca o teléfono móvil. Después de la extraña entrada del nuevo año, nos fuimos a echar unos últimos bailes. Nos acostamos prontito, ya que al día siguiente teníamos que proseguir con nuestro viaje hacia Queenstown, Wanaka y la costa Oeste...
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